A veces,recuerdo cosas que no existen.Sombras en los pasillos de mi mente,ecos de un tiempo sin tiempo,huellas en un sendero que nunca fue.
Las he llevado conmigo,dobladas como cartas antiguas,susurrando desde algún rincón del pensamiento,haciéndome creer que estuvieron aquí.
Y yo creí.Creí en su forma, en su peso,en la manera en que me moldearon,como el río moldea la piedra,como el viento modela la arena.
Pero aún así, recuerdo.
Recuerdo un sonido.Recuerdo un sentimiento.Recuerdo una sensación.Recuerdo una forma de hacer las cosas.Recuerdo un mensaje que no recuerdo,uno que se ha dormido fuera de mi mente.
Recuerdo algo maravilloso que no puedo sostener,un camino que desapareció,una verdad que se disolvió antes de tocarla.Recuerdo como si siempre lo hubiera sabido,pero se ha desvanecido,arrastrado por la marea del olvido.
Recuerdo un color, una forma—¿Qué es?Intento recordar, pero se escapa,como el agua entre los dedos,como un nombre en la punta de la lengua,suspendido en el aire, sin llegar a mí.
Y entonces—el velo se adelgaza,el mundo se afila,y veo—que no están aquí.Que nunca lo estuvieron.
Un recuerdo sin pasado.Una sensación sin nombre.
Y, sin embargo, persisten—flotando en el espacio entre el saber y el olvido,deshaciéndose como aliento sobre el vidrio.
Recuerdo,y luego comprendo—no existe.
Y aún así,de alguna manera,en algún lugar,todavía existe.
Katiana
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