top of page
Buscar

✨ LA CULPA INVISIBLE: Cómo descubrí la raíz silenciosa que vivía dentro de mí

Por Katiana


ree

Durante años he visto muchas formas de culpa en mí misma y en mis pacientes. Culpa por decisiones pasadas, por no cumplir expectativas, por no responder a tiempo, por no estar disponible para todos. Pensaba que conocía bien ese territorio interior… hasta que algo sorprendente ocurrió gracias a un sueño.


Este sueño no era sobre estrés, ni sobre agotamiento, ni sobre caos externo. Era un espejo perfecto de algo más profundo: la culpa silenciosa.Esa que no grita.Esa que no se siente como emoción.Esa que no aparece como pensamiento.Esa que simplemente… es.


Una culpa tan antigua que ya forma parte del paisaje interno, como el cielo, como el suelo, como el aire. Una culpa que no se nota porque está tan presente que dejamos de verla.

Y este descubrimiento cambió todo.


1. Identificar la culpa que no es consciente: el gran despertar

Lo primero que comprendí fue algo enorme:no estaba consciente de mi culpa, no en ese nivel tan profundo.


Sí, había trabajado muchas culpas antes. Las evidentes, las puntuales, las que duelen.Pero esta era diferente.


Era una culpa primordial, instalada en mi interior desde hace tantos años que yo vivía encima de ella sin darme cuenta.


Esa culpa decía:

  • “No haces suficiente.”

  • “No ayudas suficiente.”

  • “No estás presente suficiente.”

  • “No eres suficiente.”


No lo decía en palabras. No lo decía en emociones fuertes. No se manifestaba como autojuicio.

Simplemente estaba ahí, como el clima emocional de fondo.


La vi por primera vez como se ve algo que siempre estuvo enfrente pero nunca fue observado.Y ese instante —ese simple ver— fue un despertar.


2. Elegir NO luchar contra la culpa, sino observarla


Lo segundo que decidí hacer fue aún más importante:no luché contra ella.

No intenté corregirla. No traté de convencerla de nada. No intenté mejorarla ni “sanarla”.Solo la observé.


Porque cuando una emoción es tan antigua y tan profunda, pelearla solo la empuja más abajo.

Así que hice algo muy sencillo:


La miré como si fuera una niña.Una niña que había cargado demasiado y por demasiado tiempo.

Y desde mi presencia, le dije:

  • “Yo te entiendo.”

  • “Puedes estar aquí.”

  • “No tienes que cambiar.”

  • “Solo quiero que sepas que te amo.”

  • “Eres suficiente para mí.”


Algo profundo ocurrió allí. No fue una técnica. No fue una afirmación positiva. No fue una estrategia mental.

Fue amor.

El amor disolvió la tensión, no por fuerza, sino por claridad. La niña —esa parte interna cargada con culpa— pudo descansar un poco.


3. La enseñanza espiritual: la niña absuelta de todo “pecado”


Cuando miré a esa niña con amor, entendí algo que pertenece a la sabiduría espiritual más antigua:

la niña queda absuelta de todo pecado.


Las culpas más profundas vienen de malentendidos primitivos:

  • “Tengo que hacer más para ser amada.”

  • “Si no soy perfecta, decepciono.”

  • “Si no estoy disponible, hago daño.”

  • “Si no cargo a todos, fallo.”


Pero cuando la niña mira a su propia divinidad interior —ese Dios que habita en mí, ese amor que no exige condiciones— algo se ilumina.


La niña escucha:

“Eres suficiente.Eres amada.Eres inocente.Eres pura.”


Y en ese instante, la culpa se disuelve no porque haya sido analizada,sino porque fue vista por el amor que la trasciende.


4. El misterio espiritual: cuando Dios en mí abraza a la niña en mí


Esto fue quizá lo más transformador:

Me di cuenta de que era Dios en mí quien hablaba. No un pensamiento humano,no una técnica,no una psicología sofisticada.


Era la parte divina que vive dentro de cada uno de nosotros,hablándole a la parte que había olvidado su inocencia.


La niña —yo misma en su forma más vulnerable— escuchó la voz del amor puro.El amor que no exige, que no condiciona, que no juzga.


Ese amor dijo:

“Yo te amo. Yo estoy contigo.Eres suficiente para mí.”

Y eso fue liberador.

6. Conclusión: La niña está libre

Hoy entiendo con más claridad que la raíz no era el caos,ni la demanda externa,ni la sobrecarga,ni mi deseo de estar para todos.


El núcleo era la culpa silenciosa,la más antigua,la más profunda,la que confundía amor con responsabilidady presencia con perfección.


Cuando la vi,cuando la escuché,cuando hablé con ella desde mi divinidad…


la niña quedó libre.Libre de expectativas.Libre de exigencias.Libre de cargas que nunca le pertenecieron.


Y ese es el verdadero comienzo de la paz interior.


A partir de ahora, cuando la culpa intente aparecer de nuevo, recordaré a la niña que una vez cargó con esas creencias y la envolveré con el amor, la aceptación y la verdad que siempre mereció:

ella es suficiente.


Katiana

 
 
 

Comentarios


bottom of page