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Somos Fractales

¿Alguna vez has escuchado lo que es un fractal?Un fractal es una figura o una imagen compuesta por formas más pequeñas que tienen la misma forma que la imagen grande. Y si haces zoom, esas formas pequeñas vuelven a estar formadas por el mismo patrón, y si haces zoom otra vez, sigue repitiéndose, infinitamente. Eso es un fractal: un patrón que se contiene a sí mismo en todos los niveles, una y otra vez.



Pero los fractales no son solo una curiosidad matemática. Son la forma en que la vida se organiza.Somos fractales. Todo lo que existe dentro de nosotros tiene su reflejo afuera, y todo lo que está afuera está construido de la misma manera que lo que tenemos dentro. Todo lo que vemos no está separado de nosotros, sino que es un espejo vivo de nuestra propia estructura.


Los fractales aparecen en todas partes en la naturaleza. Mira un árbol: el tronco se divide en ramas grandes, las ramas se dividen en ramas más pequeñas, y luego en ramitas. Cada parte es como un pequeño árbol dentro del árbol. Eso es un fractal.Mira un sistema de ríos: el río principal se divide en afluentes, y esos en arroyos más pequeños, y así sucesivamente. Lo mismo sucede con los rayos: un solo relámpago se ramifica como las venas de una hoja.



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Incluso las hojas son fractales. Si miras una hoja de cerca, verás sus venas: una vena central, luego otras que se ramifican desde ella, y otras más pequeñas que salen de esas. Es el mismo patrón que el de las ramas del árbol, pero en miniatura. La hoja es como un pequeño árbol dentro del árbol.Eso es lo que quiere decir que una hoja tiene fractales: su estructura se repite a diferentes escalas, usando el mismo diseño una y otra vez. La naturaleza utiliza esta geometría para organizarse, desde lo más grande hasta lo más diminuto.


Y esto también sucede dentro de nosotros. Nuestros pulmones son como árboles al revés: una tráquea que se divide en bronquios, luego en bronquiolos, y al final en alveolos diminutos. Nuestros vasos sanguíneos se ramifican como ríos, y nuestras neuronas se extienden como relámpagos. La vida replica sus propios patrones una y otra vez, como si dejara su firma en todo lo que crea.

Si miramos más profundo —dentro de un átomo— el mismo eco vuelve a aparecer.Un átomo es casi totalmente espacio vacío. En el centro está el núcleo. Dentro del núcleo hay protones y neutrones. Y dentro de cada protón y de cada neutrón hay quarks, unidos por gluones.Cuando los científicos observan los quarks y los gluones con instrumentos de alta energía, no ven pequeñas esferas sólidas. Ven campos de energía que se mueven y vibran en un espacio casi vacío, formando redes luminosas.


Y aquí viene lo sorprendente: las imágenes de esos campos de quarks y gluones se parecen muchísimo a las del tejido cósmico del universo —galaxias unidas por filamentos de materia oscura que se extienden por el cosmos. Ambos, el micro y el macro, son casi totalmente espacio vacío, con pequeñas islas de materia conectadas por filamentos.


Incluso nuestro cerebro tiene esa misma forma. Una red neuronal —miles de millones de neuronas unidas por hilos— se parece a un mapa galáctico, y también a las simulaciones de esos campos de partículas. El microcosmos, el macrocosmos y nuestra conciencia reflejan el mismo patrón.

Más del 99% de un átomo es espacio vacío. Más del 99% del universo también lo es. Y aun así, de ese vacío surge una red infinita que se repite a todas las escalas.Esto es lo que expresa el antiguo principio: “como es arriba, es abajo”.El patrón en lo más pequeño se repite en lo más grande, y lo más grande se refleja otra vez en nosotros.


Los textos sagrados dicen que Dios nos creó a Su imagen y semejanza. ¿Y si esa imagen no fuera una forma humana, sino un patrón? ¿Y si fuéramos un fractal viviente de la energía divina?Dios se dividió en partes de Sí mismo que siguen siendo Él mismo. Como una célula que se divide en dos células idénticas, que luego se multiplican, formando la vida. Cada célula lleva dentro la esencia de la primera. Esa primera célula —el origen— contiene el código de toda la creación.


Desde nuestro punto de vista humano, no lo vemos. Somos como un pedacito del fractal mirando a otro pedacito, sin darnos cuenta de que ambos pertenecemos al mismo todo. Vemos separación porque no alcanzamos a ver el patrón completo desde donde estamos. Pero la verdad es que todo lo que vemos —personas, naturaleza, objetos, estrellas— es parte del mismo patrón, parte de nosotros.

Si pudiéramos elevarnos un poco más en conciencia, veríamos la vida como lo que realmente es: un fractal viviente, el Uno repitiéndose en infinitas formas. Entenderíamos que cuando nos transformamos, el patrón que nos rodea también cambia. Como las partículas entrelazadas de la física cuántica: aunque estén separadas por enormes distancias, cuando una cambia, la otra cambia al instante. Einstein lo llamó “acción fantasmal a distancia”. Eso somos nosotros: expresiones entrelazadas de una misma Fuente.Cuando sanamos, el espejo que nos rodea se transforma. Cuando abrimos el corazón, el mundo vibra con nosotros.


Por eso conocerse a uno mismo es conocer a Dios. Su aliento está en nosotros. Su espíritu se mueve a través de nosotros. Estamos en Él, y Él está en nosotros.


Ver el mundo como realmente es —un fractal viviente de amor, conciencia y creación— es salir de la confusión y entrar en la comprensión. En ese momento, algo se abre .La misma luz que buscábamos afuera comienza a brillar desde adentro.


Recordamos lo que siempre ha sido verdad:no solo vivimos en un universo de reflejos,somos el universo mirándose a sí mismo.


Katiana

 
 
 

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