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El amor prohibido y escondido entre la luz y la oscuridad

Foto del escritor: Katiana CordobaKatiana Cordoba


En el vasto tapiz de la existencia, se desarrolla un delicado baile entre la oscuridad y la luz. Es una coreografía tejida de amor, un intrincado ballet a menudo no reconocido pero continuamente conducido. Su danza da forma al mundo que habitamos, un ciclo eterno de búsqueda y anhelo, cada uno atraído inconscientemente hacia el abrazo del otro.


La luz, en su majestuosa radiante, es una manifestación de amor y todo lo que es benevolente. En una búsqueda de autocomprensión, la luz dio a luz a la oscuridad, una reflexión creada para comprender su propia identidad a través del contraste. En consecuencia, la oscuridad no es simplemente un agente de sufrimiento y maldad, sino una contraparte esencial que contribuye al auto-reconocimiento de la luz.


En esta interacción, nuestra realidad encuentra su forma. Un equilibrio armonioso sustenta la existencia, un balance donde la oscuridad y la luz son contrapartes integrales. Sin el otro, cada uno pierde su significado, haciendo inimaginable un mundo de solo luz o solo oscuridad. Por lo tanto, la oscuridad no es solo la ausencia de luz, sino un elemento indispensable en la gran ecuación de la vida.


Esta verdad revela la profunda belleza de la oscuridad. Una vez reconocida y apreciada, la oscuridad emerge como una maestra perspicaz, impartiendo lecciones que trascienden nuestra comprensión consciente. Moldea nuestra realidad, dándole forma de maneras que a menudo escapan a nuestra mente consciente.


Reflejando la dinámica de la luz y la oscuridad, nuestras mentes consciente e inconsciente coexisten. La mente consciente aspira a la alegría, el logro, situaciones ideales, ya sea un trabajo gratificante, una familia armoniosa o amistades sólidas. Sin embargo, es la mente inconsciente, operando en las sombras, la que moldea profundamente nuestra realidad.


Aunque invisible y enigmática, la mente inconsciente ejerce un poder inmenso. Su oscuridad no disminuye su importancia; más bien, lo accentúa. Por lo tanto, es fundamental llevar nuestra mente inconsciente a la luz, examinar su influencia y desentrañar las reglas que graba en nuestra realidad.


La aceptación y la rendición desbloquean las puertas a este reino oculto de la mente. Nuestra mente inconsciente es nuestra creación, una parte significativa de nosotros que hemos cultivado. A medida que da forma a nuestra realidad, nuestra tarea es iluminarla, llevar esta fuerza dinámica a la luz.


El viaje hacia la iluminación comienza con la aceptación y la rendición a este proceso. La iluminación representa nuestra capacidad para arrojar luz sobre la mente inconsciente, nuestra oscuridad personal. Cuando abrazamos la oscuridad, dándole la bienvenida a nuestra mente inconsciente, le permitimos entrar en la luz. Al verla por lo que realmente es, descubrimos sus invaluables lecciones. Esta nueva comprensión nos impulsa hacia caminos elevados de existencia. La aceptación de nuestra mente inconsciente como una parte preciada de nosotros mismos, una creación amada, transforma fundamentalmente nuestra experiencia de vida. Esta transformación pinta nuestra existencia con tonos vibrantes, enriqueciendo el baile de la oscuridad y la luz, y profundizando nuestra comprensión del amor que comparten.

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