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Si crees que sabes quién eres… probablemente no lo sabes


(La autenticidad no es una identidad fija, es un movimiento vivo)



A menudo escuchamos la frase: “Sé tú mismo.”Suena simple. Lógico. Pero… ¿quién es ese “tú mismo”? ¿Quién es ese “yo” que debo ser?

La mayoría de la gente cree saberlo. Dicen: “Así soy yo”, señalando un conjunto de pensamientos, emociones, hábitos o rasgos de personalidad. Pero eso no eres tú. Eso es un reflejo — una luz pasajera en la superficie de algo mucho más profundo.

La verdad es que casi todo lo que llamamos “yo” es una construcción.Un conjunto de ideas heredadas. Opiniones externas. Expectativas.Desde pequeños nos dicen: “Esto es lo que eres.”Y un día, sin darnos cuenta, lo creemos.

Pero en el momento en que creemos haber encontrado quiénes somos, nos volvemos esclavos de esa idea. La defendemos. La protegemos. La repetimos. Intentamos vivir de acuerdo a ella…incluso cuando ya no nos representa.

Y ahí comienza el sufrimiento:porque dejamos de vivir como somos,y empezamos a vivir como el personaje que creemos que somos.


Ser auténtico no es ser coherente con una historia

Confundimos muchas veces la autenticidad con la consistencia. Decimos: “Estoy siendo fiel a mí mismo”,cuando en realidad estamos siendo fieles a una imagen que nos construimos — o que nos construyeron.

La autenticidad verdadera no es una forma fija. Es una disponibilidad. Una entrega. Una valentía para seguir cambiando.

Es soltar la necesidad de encajar, de definir, de concluir. Es escuchar la verdad viva que se mueve dentro de ti.

Tú no eres una definición.Tú eres un volverse, convertirse.


Convertir-se o Volver-se es recordar

Mira las palabras:

  • En español: volverse — volver hacia uno mismo.

  • En francés: devenir — llegar a ser.

  • En inglés: become — venir a ser lo que ya eres.


Todas apuntan al mismo misterio: Convertirse no es llegar a otro lugar, sino volver a casa.

No se trata de construir una versión ideal de ti, sino de revelar la verdad que ya vive en ti desde siempre —la que ha estado esperando que la mires sin miedo.


Como una fotografía en el agua

Imagina una fotografía antigua, revelándose en el agua. Al principio, solo se ve una sombra.Luego, lentamente, empieza a aparecer un rostro. Líneas. Matices. Luz.

No se le añade nada.Simplemente se permite que se muestre lo que ya estaba ahí.

Ese eres tú.Eres esa fotografía…y también eres el agua.

Y un día, cuando la imagen se vuelve más clara, te das cuenta de algo:la imagen está viva.Y nunca dejará de cambiar.


Científicamente solo vemos el 0.0035% de la luz que nos rodea — y eso es un regalo

Somos mucho más de lo que podemos ver. Pero en esta experiencia humana, solo se nos permite ver un fragmento pequeñísimo a la vez. Un destello. Un suspiro. Un solo punto de luz en un universo de posibilidades.

Ese 0.0035% no es una carencia —es parte del diseño. Es la forma en que la experiencia se vuelve posible.

Vivimos segundo a segundo, milisegundo a milisegundo,porque así sentimos la vida.Así la saboreamos.

Si viéramos todo al mismo tiempo, no podríamos sostenerlo. Ni comprenderlo.Y quizá… tampoco amarlo.

Y tal vez — solo tal vez —esa limitación no está ahí porque no podamos más,sino porque nuestro Creador nos susurra:

“No tengamos prisa. Gocemos el convertirse.”

La vida es como una amante sagrada que desea ser descubierta lentamente,con presencia total — no de golpe.

Y en esa pequeña porción que se nos da, se esconde un universo entero.


No somos un instante: somos el tiempo desplegándose

A veces pensamos: “Son las 8:00 de la mañana.”Pero en el mismo momento en que lo decimos… ya no lo es.Ahora son las 8:00 con un segundo. Luego con dos.Y así, el tiempo sigue corriendo. No podemos detenerlo, ni sostenerlo.Jamás podemos atraparlo. Es una ilusión tratar de fijarlo.

Y eso mismo ocurre con nosotros.

Nos imaginamos como “alguien” en un momento determinado,como si pudiéramos definirnos con una sola imagen,con un solo pensamiento,con una fecha en el calendario. Pero al segundo siguiente… ya hemos cambiado.

Ya somos otros.

El tiempo es una línea que une pasado, presente y futuro. Y aunque la experimentamos momento a momento, no somos solo ese instante. Somos toda la línea.

Nos movemos a lo largo de ella, sin poder verla en totalidad,sin poder capturarla.Y, sin embargo, la habitamos completa. Somos el fluir de todos los puntos,uniéndose uno a uno,transformándonos sin cesar.

Así como no podemos atrapar el tiempo, tampoco podemos atrapar lo que somos en un concepto.

No somos un instante. No somos una definición.Somos el tiempo mismo desplegándose en conciencia.


Eres un movimiento vivo

¿Quién eres tú?

No eres un nombre. No eres una historia. No eres una idea fija.

Eres un desplegarse constante.

Como el mar, como el fuego, como el viento —siempre en transformación.Siempre en relación con lo invisible.

Incluso el “ahora” no es estático. Este momento… ya está cambiando.Y, sin embargo, es el único lugar donde tu verdad puede respirarse.


El misterio es el regalo

Entonces, si alguien te pregunta:“¿Quién eres tú?”Quizás no respondas con palabras.Quizás sonrías, y digas:“Soy eso que se está convirtiendo. Soy el despliegue. Soy el misterio que regresa a sí mismo.”

Y tal vez eso sea suficiente.

No para definir el misterio…sino para vivirlo.


Y si comienzas a mirar más profundo…

Y si un día te haces esa pregunta con el corazón abierto:“¿Quién soy?”¿Quién soy realmente?

La única respuesta verdadera será: No lo sé.

Porque no puedes saber quién eres…con la mente.

Solo puedes descubrirte. Instante a instante. En un movimiento que nunca se detiene.

Tú no puedes ser capturado .Ni explicado. Ni terminado.

Solo puedes ser vivido.Puedes ser el Yo Soy — pero no conocerlo con ideas.

Y por eso… solo podemos hablar de esto así, como lo estoy haciendo contigo ahora: desde el fluir del ser, con amor, y sin necesidad de definir nada.


Katiana


 
 
 

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