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Somos creadores de nuestra vida o solo somos seguidores de ésta?

Foto del escritor: Katiana CordobaKatiana Cordoba


Hay una cierta gracia en aprender a seguir.

Estamos tan acostumbrados a la idea de liderar, de hacer que las cosas sucedan, de moldear el mundo según nuestra voluntad. Pero, ¿y si la creación no se trata de imponer nuestra visión a la realidad, sino de movernos con ella? ¿Y si se trata de escuchar antes de hablar, de sentir antes de actuar?


He estado explorando esto a través del canto y el baile con mi esposo. Estoy acostumbrada a cantar y bailar sola, moviéndome de manera independiente, siguiendo mi propio ritmo. Pero ahora estamos practicando algo diferente. Cuando él canta, no ajusto mi voz de manera independiente: escucho, armonizo, moldeo mi sonido en relación con el suyo. Cuando bailamos, él se mueve primero y yo respondo a su movimiento; no como una receptora pasiva, sino como una participante activa en el momento que se va desplegando. En este acto de ajuste, se crea algo nuevo, no desde la fuerza, sino desde la presencia.


¿Acaso la vida no funciona de la misma manera?



La Creación es un Diálogo con la Vida, No un Monólogo

No creamos en aislamiento. Creamos a partir de lo que ya existe. Nacemos en una familia determinada, en una cultura específica, en un momento particular de la historia. No podemos cambiar estos hechos de inmediato, pero sí podemos movernos dentro de ellos.

Cuando luchamos contra lo que es—cuando peleamos, rechazamos o intentamos controlar la realidad—creamos fricción, resistencia, sufrimiento. Pero cuando fluimos con lo que es, comenzamos a crear con la materia prima que la vida nos ha dado. Esto no es pasividad; es una forma inteligente de participación. Es la diferencia entre un músico que intenta imponer una melodia a una canción y otro que escucha primero, y luego toca en armonía con la música que ya está presente.

El proceso creativo no se trata de exigir una realidad diferente, sino de descubrir qué puede ser expresado a través de la realidad que ya es.


El Flujo Femenino de la Creación

En muchas tradiciones, el principio femenino está asociado con la receptividad, la adaptabilidad, la capacidad de moverse con la vida en lugar de ir contra ella. Esto no significa debilidad ni sumisión en el sentido convencional, sino una profunda sintonía con el momento presente, ajustándose, moldeando y creando en relación con lo que ya existe.

La energía masculina—la estructura, la forma, la fuerza directiva—avanza, inicia, crea límites. La energía femenina fluye dentro de esa estructura, llenando los espacios, adaptándose a lo que es, dando vida a lo que ha sido puesto en marcha.

Juntas, crean algo completo.

Si solo operamos desde lo masculino—siempre liderando, siempre empujando hacia adelante—nos volvemos rígidos, desconectados, separados de la inteligencia orgánica del momento. Si solo operamos desde lo femenino—solo fluyendo, solo ajustándonos—podemos perder nuestro sentido de agencia, nuestra capacidad de tomar decisiones firmes. Pero cuando integramos ambas energías, entramos en el verdadero arte de la creación: movernos con la vida mientras también la moldeamos.


Crear desde la Presencia

Por eso, la verdadera creación ocurre en el momento presente.

Sí, podemos tener visiones del futuro. Podemos imaginar posibilidades, establecer intenciones, sostener una dirección en nuestra mente. Pero la creación no ocurre en el futuro; ocurre ahora, en la forma en que respondemos a lo que tenemos frente a nosotros.

Un escultor no crea solo a partir de una idea, sino desde la piedra que tiene en sus manos. Un bailarina no se mueve en un espacio vacío, sino con el ritmo, con la música, con la energía de la sala. Y nosotros, en nuestra vida, no creamos desde la fantasía, sino desde lo que es.

Y cuanto más presentes estamos, más conscientes nos volvemos de este proceso. Cuando sanamos, dejamos de reaccionar inconscientemente ante la vida y comenzamos a responder con consciencia. Creamos no desde heridas antiguas ni desde patrones condicionados, sino desde la claridad, la presencia, desde una conexión profunda con lo que es.


Ser Parte de la Sinfonía

Entonces, ¿y si, en lugar de intentar controlar la vida, practicamos bailar con ella?

¿Y si vemos la creación no como algo que hacemos a la vida, sino con la vida?

Ser un creador consciente no significa forzar la vida en una forma específica, sino movernos con lo que la vida nos está ofreciendo. Es reconocer que no estamos separados del gran despliegue de la existencia, sino que somos parte de él, como un músico en una orquesta, como una ola en el océano, como una voz en una canción.

La creación está ocurriendo todo el tiempo. La pregunta es: ¿Estamos escuchando? ¿Estamos lo suficientemente presentes para movernos con ella? ¿Estamos dispuestos a ajustarnos, a armonizar, a moldear nuestros movimientos en relación con lo que ya se está expresando?

Porque cuando lo hacemos, ocurre algo hermoso: dejamos de resistir la vida y comenzamos a bailar con ella.


Y en esa danza, nos convertimos en la creación misma.


Katiana

 
 
 

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