Hay momentos en la vida en los que las palabras dejan de ser simples conceptos y se convierten en verdades vivas. Instantes en los que el conocimiento deja de habitar en la mente para anclarse en el corazón, en la experiencia, en cada respiro. Este es uno de esos momentos: un llamado a recordar lo que siempre hemos sido, más allá de todo olvido.

El Llamado a la Encarnación
Comprender es solo el primer paso. El verdadero camino comienza cuando esa comprensión se transforma en vida, cuando la sabiduría deja de ser una idea para convertirse en una presencia constante en nuestro día a día. No se trata de acumular más información, sino de encarnar lo que ya sabemos en lo profundo de nuestro ser.
Ese es el verdadero llamado:Vivir la verdad. No como una meta lejana, sino como una realidad que se manifiesta en cada acto, en cada pensamiento, en cada silencio.Recordar no es un acto mental; es un despertar del alma. No necesitas convertirte en algo nuevo. Solo necesitas ser lo que ya eres.
El Reflejo Divino
La iluminación no consiste en descubrir algo nuevo, sino en reconocer lo que siempre ha estado ahí. La luz que vemos en otros no es más que un reflejo de la luz que habita en nosotros. Cuando dejamos de mirar a través de los filtros del ego, de los roles sociales, de las historias que nos contamos, empezamos a ver la esencia verdadera de cada ser: un alma luminosa, eterna, perfecta en su naturaleza.
La vida es un juego sagrado en el que el alma se disfraza de olvido para tener el privilegio de recordar. Cada encuentro, cada desafío, cada experiencia es parte de este diseño divino que no busca hacernos perder, sino despertar.
La Puerta de la Conciencia
La conciencia es la llave que abre la puerta hacia la realización del ser. Una puerta que no está en el futuro, ni en algún lugar lejano; siempre ha estado en nuestro interior, esperando ser vista. Atravesar esa puerta no significa escapar del mundo, sino vivir en él con la certeza de que nada externo puede tocar la esencia de lo que somos.
Cuando la conciencia se expande:El ruido del mundo pierde su poder.Las opiniones de los demás ya no definen nuestro valor.Las circunstancias externas dejan de controlar nuestra paz interior.
¿Por qué?Porque somos intocables. No desde la arrogancia, sino desde la certeza de que nuestra verdadera naturaleza trasciende el cuerpo, la mente, y cualquier circunstancia temporal.
Confianza y Responsabilidad
Con la conciencia despierta nace una confianza profunda. No es una confianza ciega en que todo saldrá bien, sino una certeza inquebrantable de que todo está ocurriendo exactamente como debe ser para nuestro crecimiento. La confianza verdadera no depende de lo que sucede afuera; nace de lo que habita adentro.
Y con esa confianza viene la responsabilidad. No para culparnos, sino para reconocer que somos co-creadores de nuestra realidad. La vida no nos ocurre por casualidad. Somos parte activa de cada experiencia que vivimos.
Aceptar esta responsabilidad es recuperar el poder. Es dejar de ser víctimas de las circunstancias para convertirnos en autores conscientes de nuestra historia.Y eso cambia todo.
El Regalo de la Dualidad
En el plano de la unidad absoluta, no hay contrastes. Es aquí, en la experiencia humana, donde la dualidad se convierte en un regalo sagrado. Sin oscuridad, ¿cómo podríamos apreciar la luz? Sin desafíos, ¿cómo descubriríamos nuestra fortaleza interior?
Este es el gran misterio:Somos completos, pero estamos aquí para experimentar el proceso de llegar a ser. Somos eternos, pero vivimos para saborear el presente efímero. Somos divinos, pero jugamos a olvidarlo para poder redescubrirlo.
Cada prueba, cada dolor, cada alegría tiene un propósito: mostrarnos lo que ya somos.
La Verdadera Sabiduría
Al final, el viaje no es hacia un destino lejano. El viaje es hacia adentro. La sabiduría que buscamos no está escondida en algún lugar inalcanzable; vive en el silencio de nuestro propio corazón. No se trata de acumular más respuestas, sino de soltar las preguntas innecesarias.
Eres valiente.Eres fuerte.Eres ya todo lo que anhelas ser.
Ahora es el momento de vivirlo.No como un ideal, sino como una realidad tangible en cada respiración.Camina, no para llegar a algún lugar, sino para experimentar cada paso como una expresión viva de tu verdad.
Y en esa realización simple y profunda… eres libre.
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